Te amo Teresita!


A Estela le vibró el móvil en la cintura –“te espero en el baño del pasillo 2 en diez minutos”. Esa voz la conocía bien, me reconocía. Era yo, ese conductor de ambulancia en la clínica que la traía loca. Me llamo Juan Carlos Aguirre, el típico don Juan por el que todas las mujeres se vuelven locas, morenazo de linda sonrisa, ojos pintorescos, pícaro, buen cuerpo y un sentido del humor envidiable. A Estela se le iluminaron los ojos en cuanto colgó el celular. Ya hace unos días había logrado mi atención, y le había dado algunos regalos, pero esa invitación tenia sexo de por medio. Ella lo sabía, no había necesidad de explicar nada más. Así que fue su deseo la que la llevo allí.

Veía esa señal en la puerta (WC) que me indicaba que estaba en el lugar del encuentro. Me disponía abrir cuando escuche el sonido del móvil de Juan, así que por mi curiosidad no abrí. “Hola Rosa, ¿como estas?”, “Si mi vida, hoy llego temprano”, ”ok, te llevo vino”, ”yo también te amo”, “adiós amor”. No me acongojé, un tipo así debía tener pareja, así que me dio igual. Además, mis ganas de estar con el eran inmensas; gire el pestillo y entre. “Hola coqueto”, dije mientras el me agarro por la cintura y me templo un beso con mas deseo que otra cosa, - “Anoche soñé con esto, ¡te deseo Estela!, no sabes cuanto”. Solo me dijo eso mientras me llevo lentamente a uno de los lavabos, metió su mano dentro de la falda de enfermera que me cubría y fue bajando sigilosamente mis medias veladas, entre besos y gemidos leves nos fuimos desnudando, el fue desabrochando con sus dientes cada uno de los botones de mi uniforme, mientras yo con torpeza quitaba su ropa. Me alzo de repente y mis piernas descubiertas abrazaron su cintura. Estábamos temblando, mi respiración estaba entrecortada, el deseo por ese hombre era mucho. El vello de su pecho rozó con mis senos y el calor nos invadió. Sentía su lengua recorrer mis orejas, visitar mi cuello y bajar hasta mis senos. Descubrí el talento que tenia al amar. Tuvimos el mejor sexo que en mucho tiempo me hizo falta. Quince minutos de desfogue, de grititos pausados, de adrenalina ya que en cualquier momento alguien abría la puerta. Adrenalina pura que ardía en nuestra sangre y que nos llevo a un orgasmo sin igual. Nos despedimos después de 15 minutos jurando que ese encuentro se repetiría.
Pasaron dos meses en los que repetidamente estábamos juntos por lo menos tres veces a la semana, estaba enamorada de cómo me lo hacia, pero sabia que el no era mío y no importaba. Amaba a su esposa, el me lo decía. A mis 19 años no me importaba mucho lo que hacia de mi vida, solo quería estudiar, ganar dinero y amar. Que nadie más se metiera en mis planes. Cuando empezaron los mareos y las nauseas pensé que era por mis turnos largos en el hospital y por la mala alimentación; pero cuando pasaron los treinta días y no me visitaba la menstruación me di cuenta de mi embarazo. Nadie mejor que una enfermera conocía esos síntomas.
No tenia a nadie, mis padres habían muerto hace mucho y yo con el poco sueldo que recibía por mis practicas de enfermería ayudaba en casa de una tía solterona y vieja que no tenia hijos, pero si un cáncer de medula y muchas medicinas por comprar. Lo que menos necesitaba era un hijo al cual mantener y que me quitara el tiempo, pero tampoco estaba de acuerdo con el aborto, me daba miedo, así que decidí tenerlo. –“Hola Juan, ¡tenemos que hablar!”. En esa conversación el me dio su apoyo, me dijo que lo engendrara y que luego veríamos. Así que me embarque en ese rollo loco. Jugar a ser madre, aunque sabía de antemano que no servía para ello en lo absoluto.
Pasaron siete meses en los que el no me llamaba, no me buscaba, sin embargo a menudo lo escuchaba en su ambulancia hablando por celular con su mujer, lo veía comprando detalles para ella. Mientras tanto yo con un “buñuelo en el horno”, llevando a cuestas una vida de porquería. Cree tal odio por esa criatura que me pegaba constantemente en el vientre, no comía, el estrés me consumía, me quería morir. Sinceramente no sé como no se murió esa costra de feto que tenia por dentro.
Recuerdo muy bien el día 7 de Abril del 2001. Las contracciones empezaron sin darme cuenta, así que me fui para el trabajo como un día normal; además, aun faltaban dos semanas. Estando allá se me cayó una moneda al suelo y al tratar de recogerla me di cuenta de algo que me dejo helada. Un charco de agua debajo de mí. Había roto fuente y las contracciones eran frecuentes. De no ser por una compañera que se dio cuenta, la bebe se hubiese muerto. Ya estaba en 6 y era poco lo que faltaba. En medio de regaños me subieron a la camilla y me alistaron para el parto. Fue un episodio horrible de mi vida. Con solo veinte años había experimentado el dolor más grande del mundo, me sentía explotar. Solo quería que esa cosa saliera de mi, me daba repulsión pensar que no quería algo que estaba atado a mi por un cordón umbilical.
Me dieron de alta y me fui para la casa cuatro días después. Me obligaron a darle pecho a la niña y a estar con ella de vez en cuando. Pero yo veía algo raro en ella, la miraba y la miraba y no sabía que era. Nació morena y fea, solo alcanzaba a apreciar eso, pero sabía que había algo más. Juan llego ese día 10 de Abril a conocerla, con mala cara rodé la toalla que tapaba mi seno derecho y se la presente. Luego vi afuera al pediatra hablar con el y sus gestos de asombro se fueron asomando, eso me intrigó aun mas.
Cuando me entere al estar en casa todos los cuidados que debía tener con esa niña debido a que había nacido sin ano me quise morir. A parte de no querer tener niños, ¡me había salido uno enfermo!. Ese mismo día empaque las cosas que Juan había comprado en el morral de la bebe. Algunas prendas, los biberones, el termo de agua caliente, el tarro de leche y un juguete. Salí con la convicción de regresar con las manos vacías.
Juan estaba como de costumbre en la entrada del hospital hablando con su adorada esposa por celular. A penas me vio con la niña en brazos colgó el móvil y me saludo. Tuvimos una discusión muy fuerte y le deje a la niña en la ambulancia con el morral. Todo el mundo afuera se dio cuenta, pero no me importó. Ya me había deshecho de ella. Mi tía ya no estaba desde hace unos meses, el cáncer la había vencido. Así que ya nada me ataba. Empaque mi ropa y me fui para el pueblito que me vio nacer y que nadie conocía. Ya era libre de nuevo.

Ahora si tenía un problema, una bebe que era mía en el asiento del copiloto de la ambulancia. No sabia casi nada de Estela, ¡vamos, ni siquiera su nombre completo!. Llamé a un amigo y le encargue a la nena por un tiempo mientras trataba de ubicar a Estela. Pero la casa que estaba en la dirección que me dieron en el hospital estaba vacía. No tenia móvil ni otro indicio para ubicarla. Ahora si estaba en aprietos, ¿Cómo le diría esto a mi esposa?
Pasee todo el día con la bebe en el asiento de al lado y dije a mi esposa que esa noche duplicaría mi turno para hacer un favor a un amigo y así logré ganar tiempo. La única opción que me quedaba era recurrir a mi madre.
“Mama, tengo algo que contarte”. Dije mientras sostenía a la criatura en mis brazos. Mi madre me escucho, me regaño y al final me apoyo. Ella se quedaría con mi hija esos días mientras encontraba una salida. Esa semana fue gasto tras gasto. Registre a la nena con el nombre de Teresa de los Ángeles y la hice mi hija ante la ley. Los cuidados de la nena no se hicieron esperar. Todos los exámenes pertinentes antes de decirme que le tenían que abrir manualmente el ano con una serie de operaciones. La leche era especial, la ropa también debido a la prevención de infecciones. Pero era mi hija, la única que tenia, y no la iba a desampararla. Mientras tanto mi esposa notaba mi cambio, mis preocupaciones, mi estrés. Y cuando preguntaba, el mayor indicio que pasaba algo malo era mi respuesta “amor, no me pasa nada.”
Los días pasaron y mi salario ya no daba a basto, los gastos en mi casa y los de Teresita eran muchos. Aparte de todo Rosa escuchaba rumores acerca de un bebe fuera de nuestro matrimonio perfecto, los vecinos empezaban a murmurar ya que el barrio de mi madre no quedaba muy lejos. El día tan temido por mi, no se hizo esperar. Una llamada telefónica a Rosa descubrió todo.

-”Alo”, “¡como así!”,”señora ¿usted tiene pruebas de lo que me dice?”,”gracias por informarme de esto”. Con lagrimas en mis ojos y la furia a flor de piel agarre mi bolso y me dirigí a toda marcha a la casa de mi suegra. Cuando llegue lo primero que vi fue a mi suegra dando biberón a un bebe sentada en un mecedor y cantando canciones de cuna. Apenas me vio se sobresaltó y noté su miedo al abrir la reja de la entrada. Con sentimientos de rabia y lástima revueltos pregunté - ¿entonces todo es cierto?, ella solo dijo “Si Rosa, todo es cierto, pero Teresita no tiene la culpa”.

Esa noche la batalla fue campal, ya había sido enterado por mi madre del descubrimiento de Rosa. Cuando llegue a mi casa la discusión empezó, las lágrimas por parte de los dos se asomaron, la frustración de Rosa era muy fuerte, y el sentimiento de culpa y mi arrepentimiento era inmenso. Después de unas horas cesaron los gritos y las acusaciones. Rosa decidió acoger en su hogar a la pequeña Teresa y la amé mas por eso. Era una muestra de lo bella que era esa mujer. Dejo su rabia a un lado y decidió perdonar por esa inocente bebe. La acogería como su hija.
A la tercera semana de nacida Teresita se estaba poniendo muy mal debido a la ausencia de su ano. La primera intervención quirúrgica consistió en sacar su intestino grueso por el abdomen. Una bolita purpura en forma de uva se asomaba por la barriguita de la bebe y por allí hacia sus necesidades, los cuidados que tenia Rosa con la niña eran admirables. Debajo del pañal desechable tocaba ponerle un paño de tela y cambiarlo constantemente ya que las heces fecales eran agua. Rosa se entregó totalmente a la bebe, renunció a su trabajo para estar con la niña todo el tiempo. Teresita no podía dormir boca abajo y a Rosa le tocaba vigilar su sueño debido a que la bebe se podía ahogar con su saliva o su reflujo. Las noches eran infinitas.
Dos meses después le hicieron la segunda intervención a Teresita, abrieron manualmente su ano y metieron la bolita purpura de nuevo a su abdomen. Lo peor estaba por venir. Teníamos que estimular el nuevo ano de la nena. Teníamos que dilatarlo. Noche a noche con lágrimas en los ojos por el llanto y los gritos de la nena, Rosa con un bolígrafo penetraba el ano de Teresita y hacia movimientos con el bolígrafo para ayudar a la bebe a defecar por su nuevo huequito. Solo había una inquietud en el ambiente, Rosa sabia que Teresita no era su hija y que Estela podía aparecer para reclamarla en cualquier momento.
A los 6 meses de la segunda intervención Teresita mostraba una mejoría sin igual, lo único era que sus heces fecales eran sorprendentemente fétidas y a Rosa le costaba mucho trabajo limpiarla por eso. Un día común y corriente el teléfono sonó y levanté la bocina. Esa voz me heló la sangre, era Estela.
“Hola Juan ¿como estas?”. -¿Que quieres Estela?, ¿ahora es que vas a aparecer?. Lo siento Juan, lo único que quiero es saber como esta la niña. - “Ella esta muy bien al lado de Rosa y mío, la hemos cuidado y esta saliendo adelante”. -¿Me dejarías verla?. Se me puso la piel de gallina. Aquella mala madre ahora quería ver a Teresita. Rosa le hacia señas ¿que quiere?. Le conté. Acordamos que ella era la madre y algún día la tendría que ver por derecho, así que nos pusimos una cita para el reencuentro.
Cuando Estela llegó al parque en donde nos habíamos citado, me vio con una hermosa bebe vestida de rosa aprendiendo a caminar y una mujer que tenia que ser mi esposa, esperando unos metros adelante con los brazos abiertos a la nena. Se le hizo trizas el corazón viendo a la resplandeciente Teresita en sus dos piernecitas dando pasos torpes. Se acerco lentamente y la saludé.
-”Como estas Estela, te presento a mi esposa”. Muy seguramente a Rosa se le estaban cocinando las tripas de la rabia, pero muy educadamente se presento. -¡Que linda esta la nena!. “Si”, dijo Rosa “Hemos cuidado muy bien a NUESTRA hija”. Esa expresión marcó una barrera invisible inmediatamente para Estela.
Las visitas de Estela a la niña se repitieron 5 veces mas ese año y en ellas nos contó sus emociones durante al embarazo. En la última ocasión destapamos todas las cartas y pedimos la autorización de la madre biológica para la adopción de Teresita. Ella no pudo decir nada, así que accedió. Igual no tenia derecho para reclamar nada.
Cuando Teresita cumplió dos años, los preparativos fueron grandes. Piñata, helado, perros calientes, sorpresas. Había mucho que celebrar, Teresita ya tenia el apellido de Rosa. Y era una morena hermosa, aunque no controlaba sus esfínteres, y tampoco hablaba mucho, la familia la adoraba. Teresita era el centro de atención de sus tíos, primos y abuelos. Era curiosita, cuando hablaba decía unos trabalenguas que solo ella entendía. Pero cuando cumplió los tres años y no veíamos mejoría en su lenguaje, la metimos en un tratamiento para ayudarla. Progresivamente la niña mejoro su hablar, ya se le entendía mas, entró al colegio y sus amiguitos también ayudaron en su cambio.
Aunque aún a sus 7 años no tiene total control de sus esfínteres y Rosa todavía la limpia como a una bebe, la niña es la luz de mis ojos. Hemos pasado Rosa y yo muchas cosas tristes con ella, la amamos con toda nuestra alma y ha sido el regalo más grande que Dios nos ha podido mandar. Tal vez en unos años le relataremos todo lo que hemos vivido a su lado, por eso con ayuda de la mujer mas bella del mundo escribimos esto. Lo que menos queremos es que se entere por boca de terceros. Quiero que viva su vida en plenitud y que nadie la señale por ser diferente.
¡Teresita, te amo!

Detente y mira!

Hoy Llegaste...

Hoy llegaste al fin del camino,
Llegó la hora de volver la vista atrás
Llegó la hora de alcanzar al destino
De ver si viviste o viviste sin más…

¿Fue tu vida o la de la gente la que viviste?
¿Fue tu sentir o el pensamiento de los otros?
¿hiciste siempre lo que quisiste?
¿O hiciste lo que hacen todos?

Es tu vida la que pasó,
Tu vida la que se está yendo
¿Fue tu vida lo que alguien más soñó
o fue la que tú fuiste construyendo?

¿Vestiste y pensaste cómo tú?
¿Hablaste y soñaste para ti?
Si lo hiciste… bien hecho…
Si no… no hay más que decir

Hoy llegamos al final del camino
Hoy sabrás si viviste o no.
Si ya hiciste el recuento sabrás que responder
Pon en la balanza tu vida y responde...

¿Valió la pena o no?

Hola a ToDos!!!



Pues me antoje de crear mi blog despues de ver tantos!! ... jejejejeje, al fin!

Vamos a ver que puedo compartir con mis amigos en la red!... muy pronto veran mis diseños, dibujitos, fotos y mis cositas personales por aqui.

los quiero a todos!
Besos.